El grafeno es una sustancia compuesta por carbono puro, con átomos dispuestos en un patrón regular
hexagonal, similar al grafito.
Una lámina de un átomo de espesor es unas 200 veces más resistente que el acero actual más fuerte, siendo su densidad más o menos la misma que la de la fibra de
carbono, y unas 5 veces más ligero que el aluminio.
Una lámina de 1 metro cuadrado pesa tan sólo 0,77 miligramos.
Es un alótropo del carbono,
un teselado hexagonal plano formado por átomos de carbono y enlaces
covalentes que se
generan a partir de la superposición de los híbridos sp de los carbonos enlazados.
Los científicos Andréy Gueim y Konstantín Novosiólov recibieron el Premio Nobel de Física en 2010 por sus revolucionarios
descubrimientos acerca de este material.
Mediante la
hibridación sp se
explican mejor los ángulos de enlace, a 120°, de la estructura hexagonal del
grafeno. Como cada uno de los carbonos contiene cuatro electrones de valencia en
el estado hibridado, tres de esos electrones se alojan en los híbridos sp,
y forman el esqueleto de enlaces
covalentes simples de
la estructura.
El electrón
sobrante se aloja en un orbital atómico tipo p perpendicular al plano de los
híbridos. El solapamiento lateral de dichos orbitales da lugar a
formación de orbitales de tipo π. Algunas de estas combinaciones propician un
gigantesco orbital
molecular deslocalizado
entre todos los átomos de carbono que constituyen la capa de grafeno.
El nombre
proviene de intercambio –en el vocablo grafito– de sufijos:
«ito» por «eno»: propio de los carbonos con enlaces
dobles. En realidad, la estructura del grafito puede considerarse una pila de gran
cantidad de láminas de grafeno superpuestas.
Los enlaces entre las distintas capas de grafeno apiladas se deben a fuerzas de Van der Waals e interacciones de los orbitales π de los átomos de carbono.
En este sentido, al grafeno se le ha definido
como hidrocarburo aromático policíclico infinitamente alternante de anillos de
solo seis átomos de carbono. La molécula más grande de este tipo contiene 222
átomos de carbono o 37 «unidades de benceno» separadas.
Las cifras
de la oración anterior son las contenidas en el resumen de la cita. Debería ser: 111 átomos de carbono y 111 átomos de hidrógeno o, más simple, 222 átomos, lo cual
resulta de 37 × 6 (átomos de carbono –o de hidrógeno– del benceno, de
fórmula C6H6) = 222, o bien: 18,5 anillos de benceno: 18,5 x 12
(átomos del benceno) = 222.
La opción de
«unidades» fue para obtener una cifra redonda (37), y por consiguiente evitar
la expresión fraccionaria.
El grafeno es
de los materiales más duros y fuertes existentes, incluso supera la dureza del
diamante y es doscientas veces más resistente que el acero. Es altamente
rígido, de hecho, tiene un módulo de Young de 1 TPa. Por lo tanto soporta grandes fuerzas sin
apenas deformarse. Se trata de un material ligero con una densidad de tan solo
0,77 miligramos por metro cuadrado (densidad indicada en unidades de superficie
como causa de su estructura laminar). También cabe destacar que soporta grandes
fuerzas de flexión, es decir, se puede doblar sin que se rompa. Para hacerse
una idea de la capacidad de estas propiedades mecánicas, el premio Nobel hizo
una comparación con una hamaca de grafeno de un metro cuadrado de superficie y
un solo átomo de espesor. Esta hamaca de grafeno podría soportar hasta 4 kg
antes de romperse (equivalente al peso de un gato). En total esta hamaca
pesaría lo mismo que uno de los pelos del bigote del gato, menos de un miligramo
El repentino aumento del interés científico por
el grafeno puede dar la impresión de que se trata de un material nuevo. En
realidad se conoce y se ha descrito desde hace más de medio siglo. El enlace
químico y su estructura se describieron durante el decenio de 1930. Philip Russell
Wallace calculó por primera vez (en 1949) la estructura
electrónica de bandas.
Al grafeno se le prestó poca atención durante décadas al pensarse que era un
material inestable termodinámicamente ya que se pensaba que las fluctuaciones
térmicas destruirían el orden del cristal dando lugar a que el cristal 2D se
fundiese. Bajo este prisma se entiende la revolución que significó que Gueim y
Novosiólov consiguiesen aislar el grafeno a temperatura ambiente. La palabra
grafeno se adoptó oficialmente en 1994, después de haber
sido designada de manera indistinta –en el campo de la ciencia de superficies– «monocapa de
grafito».
Además,
muchas nanoestructuras recientemente descubiertas, como los nanotubos de carbono, están relacionadas con el
grafeno. Tradicionalmente, a estos nanotubos se les ha descrito como «hojas de
grafeno enrolladas sobre sí mismas».
De hecho las propiedades de los nanotubos de carbono se explican y entienden
fácilmente a partir de las inherentes al grafeno.
Se ha descrito también la preparación de nanotiras de grafeno mediante nanolitografía,
haciendo uso de un microscopio de efecto túnel.
0 comentarios:
Publicar un comentario